Artículo: ENCUENTROS RELAJADOS / IVÁN CAÍÑA Y EL ARTE DE ESCRIBIR DESPACIO
ENCUENTROS RELAJADOS / IVÁN CAÍÑA Y EL ARTE DE ESCRIBIR DESPACIO
Hay oficios que obligan a bajar el ritmo, a escuchar el trazo, a entender el peso del gesto. El de Iván Caíña es uno de ellos. Calígrafo, diseñador y creador de letras que parecen respirar, lleva años devolviendo al papel y a nuestros bolsos la belleza de lo hecho a mano.
Cada Navidad, Iván forma parte del ritual más íntimo de Zubi: personalizar piezas que nuestras clientas guardarán durante décadas. Su trabajo tiene algo de ceremonia y algo de quietud, como si la tinta también fuese una manera de mirar el mundo con atención.
En esta conversación hablamos del origen de su fascinación por las letras, de cómo interviene nuestros bolsos con respeto casi litúrgico, de las frases que le persiguen y del vínculo emocional que ha creado con Zubi a lo largo de los años.
Un encuentro lento, sincero y lleno de pequeñas revelaciones sobre el oficio, el tiempo y la huella que dejamos cuando escribimos a mano.

¿Recuerdas cuándo te empezó a fascinar la caligrafía? ¿Qué fue lo primero que escribiste “en serio”?
Creo que la letra me fascinó mucho antes de que yo mismo fuera consciente. Mi primer contacto real fue a los quince años, a través del graffiti. Más tarde, estudiando diseño gráfico, entendí por fin el poder comunicativo que tiene una letra bien construida. Desde entonces supe que, hiciera lo que hiciera, mi trabajo giraría en torno a ellas.
Trabajé muchos años en publicidad y diseño, siempre desde la pantalla, hasta que un día sentí la necesidad de aprender a hacer letras con mis propias manos. Empecé a formarme en caligrafía y lettering cada vez que algún letrista al que admiraba venía a Madrid, viajé para seguir aprendiendo y me sumergí en libros antiguos. Aprender de los maestros ha sido, sin duda, lo más inspirador.
Lo primero que escribí “en serio” surgió cuando empecé a practicar por rutina, casi como un acto de desconexión. Al principio lo hacía para alejarme un rato de las pantallas, puro mindfulness, pero poco a poco aquello se convirtió en un ritual: elegir el rincón más inspirador de la casa, prepararme un té, poner un vinilo de Miles Davis… y dejar que el tiempo se detuviera. Más que el contenido, lo importante era, y sigue siendo, la experiencia de escribir.
¿Cómo es tu proceso cuando haces una personalización para Zubi? ¿Piensas en la persona o en la palabra?
Cuando intervengo uno de vuestros bolsos lo primero que pienso es que tengo entre mis manos una pieza única. Para mí es fundamental respetaros a vosotras como diseñadoras, pero también al artesano o artesana que le ha dado forma. Antes de escribir cualquier palabra, observo el bolso: su composición, sus colores, su textura… y trato de entender qué me está pidiendo.
No conozco a la persona que lo recibirá, así que mi punto de partida no puede ser ella, pero sí puedo trabajar desde el respeto al diseño original. Mi objetivo es que lo que escriba no parezca una intervención añadida, sino una parte natural de la pieza: que diseño y caligrafía formen una única voz. Ese equilibrio entre clienta, Zubi e Iván Caíña es lo que más me importa.
¿Qué piensas cuando alguien guarda algo que has escrito durante años?
Hace tiempo que pienso mucho en el sentido de mi obra. Como artista y creador siento la responsabilidad y también el deseo de dejar una huella bonita a lo largo de mi carrera. Tanto si pinto un mural, produzco obra o intervengo un objeto, me mueve la idea de que mis piezas puedan emocionar incluso antes de ser leídas; que conecten solo con ser observadas.
Lo curioso es que, aunque muchos artistas evolucionan hacia desprenderse de la sensación de pertenencia sobre lo que crean, a mí cada vez me cuesta más. Soy muy emocional, y en cada pieza dejo algo mío. Siento que formo parte de ella.
Y aquí viene el giro que lo cambia todo: con vosotras llevo muchos años trabajando, y nuestra conexión ha sido especial desde el principio. Cada vez que intervengo un bolso vuestro siento que formo parte de la experiencia que creáis con vuestras clientas. Vuestros bolsos están hechos para durar décadas, y es muy bonito pensar que, de algún modo, estaré ahí durante todo ese tiempo.

Llevas varios años personalizando nuestros bolsos cada Navidad. ¿Qué palabra te gustaría escribir en uno si fuera solo para ti? ¿Y si no fuera un bolso?
Elegir una sola palabra me resulta imposible, pero sí puedo darte algunas frases que me persiguen:
“Jazz is the big brother of revolution. Revolution follows it around.”
“Buy art, save a crazy person.”
“Nos envejece más la cobardía que el tiempo. Los años solo arrugan la piel, pero el miedo arruga el alma.”
Si no fuera un bolso, sería una gabardina maravillosa que vi hace tiempo. La intervendría de arriba abajo con versos de Rosalía de Castro. Una pieza perfecta para vuestras clientas más atrevidas.
¿Qué objetos o prendas de Zubi son tus favoritas?
Me quedo con varias:
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Otti M Marrón / me encanta su diseño, y la piel gruesa tiene un aire muy francés. Lo usaría sin dudarlo.
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Gorra Kate Camel / vuestro logo me gusta muchísimo.
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Las libretas / soy de buen sketchbook, y las vuestras son perfectas.
Y un par de piezas que, aunque no serían para mí, me fascinan:
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Trench Vera Camel
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Pantalón Annie Granate
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Pisco Book Lover (este quizá sí deberíais mandárselo a María Pombo 😄)
Escuchar a Iván hablar de letras es entender que la caligrafía no es solo un oficio: es un modo de estar en el mundo. Su mirada se detiene en lo que casi nadie ve, una curva, un peso, un silencio, y convierte ese gesto mínimo en algo que perdura.
Quizá por eso su trabajo encaja tan bien con Zubi. Porque ambas partes creen en lo que dura, en lo que se hace con intención, en los objetos que acompañan vidas enteras.
Cada bolso personalizado no es solo un regalo: es un fragmento de tiempo escrito a mano, un detalle que se queda, un pequeño rito que compartimos con nuestras clientas cada año.
Volveremos a encontrarnos con Iván muy pronto, cuando la tinta vuelva a posarse sobre los tejidos y la Navidad empiece, como siempre, con un nombre escrito despacio.





