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Article: ENCUENTROS RELAJADOS / EVA MORELL Y LA VIDA EN TORNO A UNA CABAÑA

ENCUENTROS RELAJADOS / EVA MORELL Y LA VIDA EN TORNO A UNA CABAÑA

Palabras que huelen a leña, silencio y páginas dobladas.
 
Hay proyectos que nacen de una necesidad íntima: la de parar. El Club de la Cabaña, creado por Eva Morell, es uno de ellos. Una newsletter que rescata el placer de leer despacio, de imaginar refugios entre bosques, y de mirar el mundo desde una ventana empañada.
Su universo está hecho de casas pequeñas y pensamientos grandes; de rutinas pausadas y del deseo de volver a escribir como quien manda una carta.
 
Hoy Elena Zubi ha respondido al cuestionario cabañil y nosotras le hemos tirado el guante para que ella sea nuestra primera invitada de nuestros ENCUENTROS RELAJADOS de nuestro JOURNAL.
 
Nos sentamos con Eva para hablar de cómo empezó todo, de su lugar ideal (entre Asturias y Suecia), del tamaño perfecto de una cabaña, y de ese look doméstico que acompaña los días lentos. Su forma de contar nos recuerda que el descanso también es una forma de creación.
 
¿Cómo surgió el club de la cabaña?
Pues surgió de una conversación en plenas Navidades con una amiga en 2021, conversando sobre hacer nuevos proyectos y dar rienda suelta a ideas cabañiles que tenía en la cabeza. Llevaba tiempo dando vueltas a hacer algo con todas esas cabañas que veía en internet y guardaba o compartía en redes. Me daba pena que se perdieran en el scroll infinito de Instagram porque me apetecía volver a ellas cuando lo necesitara. Y de repente, la bombilla se encendió: ¿por qué no volver a la newsletter, a escribir cartas semanales para quien quiera leerlas de verdad y desconectar de la vida 2x que llevamos? y en una tarde monté la newsletter. Fue todo tan natural y rápido que me di cuenta de que El Club de la cabaña era una necesidad.
 
¿Cuál es tu lugar ideal para tener una?
Creo que Asturias sería mi lugar ideal porque combina ese paisaje frondoso –pero no en exceso--, cerca del mar y de la ciudad, pero desconectado de todo. O tal vez recuperar uno de esos refugios pasiegos de piedra en Cantabria y reconvertirlo en el lugar perfecto para mi descanso. Aunque soy del sur, siempre me he sentido atraída por esos paisajes del norte, no lo puedo evitar. Pero eh, si me tocara una buena lotería, pues tiraría todos mis dados a Suecia o Noruega, los paraísos cabañiles por excelencia, es bonito soñar despierta.
Fue todo tan natural y rápido que me di cuenta de que El Club de la cabaña era una necesidad.
¿Tienes en mente tu tamaño de cabaña ideal? ¿Existe?
En general, una cabaña debe ser de un tamaño pequeño, no más de 30 metros cuadrados, pero al final, ese espacio mínimo habitable es más relativo. Escribo sobre refugios pequeños, pero también casas de madera de gran tamaño, y todas comparten la misma esencia de equilibrio y sostenibilidad con la naturaleza. En mi caso, esos treinta metros son suficientes para tener mi chimenea, y un porche, un lugar para escribir, mi sillón de lectura, una buena cocina, y un dormitorio con una bañera de esas en las que te apetece zambullirte durante horas.
 
¿Qué harías en ella?
Leer, cocinar, escuchar música, con la chimenea siempre encendida. Aunque en realidad, lo que me gustaría no hacer absolutamente nada, solo sentarme en el sofá, taparme con mi manta de Ezcaray y contemplar el paisaje por la ventana. Muy bucólico sí, pero es mi fantasía más recurrente.
Si tuvieras que elegir un look cabaña (con piezas de zubi y de otros) ¿Cómo sería?
Creo que la pieza principal y protagonista de este look cabañil sería el que se ha convertido en mi jersey de punto favorito del mundo, como buena book lover, combinado con un buen pantalón de pana y el pouch Athena donde guardar mi libro. Y en los pies, unos calcetines de lana roja muy calentitos combinados con las Carmen de Naguisa; creo que son el match perfecto para ese outfit. 
 
Al final, lo que Eva propone con El Club de la Cabaña no es tanto escapar del mundo como encontrar otra manera de habitarlo. Su refugio no es un espacio físico, sino un estado mental: una vida donde leer, cocinar o mirar por la ventana vuelven a tener el tiempo que merecen.
 
Entre chimeneas, calcetines de lana roja y jerséis que duran más de una temporada, hay una idea común con Zubi: el valor de lo sencillo y lo duradero.
 
 
Dejar que las cosas respiren.
Volver a lo esencial.
Construir, desde lo pequeño, un lugar propio.
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