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mayo 16 / la ricarda

mayo 16 / la ricarda

2016, cuatro amigas cogíamos un tren rumbo a BCN, dormiríamos una noche allí, pero íbamos cargadas de maletas para poder hacer lo que se nos presentara. Porque la verdad es que no sabíamos bien a lo que íbamos, solo teníamos algo claro, el acceso a una de las casas mas icónicas de la arquitectura modernista española: La casa Gomis de Antonio Bonet.

 

Sally fue todo el tren pegada al teléfono, gestionando proveedores como solo ella sabe para poder tener sus delicadas  flores esperando en cuanto llegáramos y con las maletas llenas de tijeras y demás artilugios punzo penetrantes requeridos en su profesión, esos que saltan en cualquier control de seguridad. Recuerdo cómo entraba la luz por la ventanilla del tren al amanecer a través de sus rizos, porque seis años después mi memoria sigue siendo relativa a la luz de las escenas vividas.

 

Elena y Mer iban expectantes, creo que durmieron durante el viaje, ellas ya habían cargado en sus gigantes maletas todos los bolsos que tenían en stock, literal, porque por aquel entonces Zubi era una marca todavía pequeña, solo de bolsos y las colecciones eran mucho mas limitadas. Además de los bolsos llevaban opciones de estilismo para lo que pudiera surgir, porque lo cierto es que no sabíamos cuánto tiempo tendríamos, ni cuántas fotos haríamos, ni de qué. Ibamos con el lienzo en blanco por delante pero con la certeza y emoción de que algo bueno iba a salir de allí.

 

Yo iba tranquila, porque yo soy tranquila y ante la incertidumbre siempre me siento confiada de que todo saldrá bien y porque por 2016 me enfrentaba a las sesiones de foto en frío, sin haber estado nunca en la localización, sin saber qué iba a hacer y con el equipo mínimo e indispensable. Llevaba conmigo una cámara, dos objetivos, un trípode y un ordenador que solo utilizaría para descargar las fotos y hacer copias de seguridad antes de volver. 

Recuerdo ir en el tren con una mezcla curiosa de emoción, ilusión y con la mente abierta a dejarme sorprender por el lugar. Soy hija de una artista plástica y un arquitecto, crecí visitando casas de arquitectos modernistas que fueran museos, pero también casas en las que vivían los amigos de mis padres que podían ser igual de maravillosas. Para mi las casas con todo diseñado a medida incluyendo interruptores, molduras, mobiliario y cualquier otro detalle constructivo y de diseño no eran algo ajeno a la cotidianidad. 

 

Llegamos a La Ricarda, sin hoja de ruta clara, sin horario definido, pensando que estaríamos unas dos horas y que saldríamos a la hora de comer, cada una se puso a preparar lo suyo, me di una vuelta, me enamore de la casa. Me pasa siempre en los espacios bien diseñados, es algo muy instintivo, entro, observo y entiendo qué pensaba el arquitecto, cómo quería que se moviera la luz ahi dentro y cómo quería que los que luego viviéramos ese espacio nos fuéramos encontrando con sus elecciones de materiales, de alturas, de iluminación. Lo sentí rápidamente, supe dónde quería hacer fotos y pedi una escalera a ver si colaba, porque ese techo con sus curvas me estaba llamando a gritos. 

 

Tuvimos mucha suerte, pudimos estar horas allí, acabamos todas sobre el techo, cómo no, haciendo las fotos que supe que quería hacer desde que nos acercábamos todavía en el coche. Fue un día entrañable, de dejarnos llevar por la magia de la arquitectura bien pensada, del buen gusto, de sentir la colección de bolsos de invierno 2016 de Zubi rodeadas por las increíbles flores de Sally Hambleton y para mi en particular, de disparar desde la inocencia, desde el no pensar, desde el instinto y la reacción ante la arquitectura y naturaleza de La Ricarda. Han pasado seis años y todas hemos evolucionado mucho nuestras formas de trabajar, hemos crecido profesionalmente, pero yo ahora que me hago mayor, quiero volver a disparar desde ese lugar, me pido más instinto, más inocencia por favor!

 

Salimos de allí desfallecidas, nos temblaban las piernas, no habíamos comido en todo el día y era la hora de correr para no perder el tren de vuelta a Madrid, pero sabíamos que habíamos hecho algo bueno y que éramos unas privilegiadas por haber podido vivir un día como ese. Queridas Sally, Elena y Mer debéis saber que guardo ese día en mi memoria con mucho cariño, brindo por estos primeros diez años de Zubi y por muchas más aventuras en el futuro juntas.

Lucía Marcano

 

fotos: Lucía Marcano   producción: sally Hambleton estilismo: Mer Zubi 

Agradecimiento Casa Gomis

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