Un verano en tres actos: Florencia, Toscana, Porto Ercole
Viajar no es solo desplazarse. Es cambiar el ritmo, el aire, el punto de vista. Este verano elegimos un viaje en tres actos por Italia —de Florencia al corazón de la Toscana, terminando en Porto Ercole— para reencontrarnos con lo esencial: la belleza reposada, la gastronomía sencilla y perfecta, la arquitectura que abraza.
I. Florencia
La ciudad donde todo empezó.
Nos alojamos en el Hotel Portrait, junto al río Arno, donde cada ventana enmarca una postal viva. Las mañanas comenzaron con café en la terraza y terminaron en trattorias centenarias como Buca Lapi o Trattoria Cammillo, donde cada plato tiene historia y mantequilla.
Recorremos Florencia a pie y en vespa, como debe hacerse: cruzando el Ponte Vecchio, entrando al Duomo, perdiéndonos en la Galería Uffizi y redescubriendo clásicos en la Accademia.
La tienda de Gucci Garden, con su exposición y restaurante, nos recordó que aquí la moda es cultura, y Santa Maria Novella nos invitó a detenernos, oler, y elegir un perfume como quien elige un recuerdo.
II. Toscana
La belleza sin artificios.
Hotel Monteverdi no es un hotel: es un pueblo entero convertido en refugio. Colinas suaves, cipreses, vino. Visitamos Siena, con su plaza del Palio; San Gimignano, con sus torres medievales, y Montalcino, donde el Brunello tiene su origen.
Almorzamos en Osteria La Canonica, cenamos en Trattoria Il Grillo en Pitigliano y nos perdimos entre viñedos del Castello del Bosco, donde el vino se hace con paciencia y el paisaje invita al silencio.
III. Porto Ercole
El lujo tranquilo.
Nuestro lugar favorito. Hotel Il Pellicano no necesita presentación: está donde el tiempo se estira, el mar brilla distinto y el estilo se viste de lino, kaftán y pamela.
Entre baños en el Tirreno, cenas sin reloj y largos atardeceres, entendimos que el verano no es una estación, es un estado mental. Y que lo mejor de viajar es llevarse algo invisible de vuelta.
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